3 versículos para esperar en Dios, no temeré

no temeré

¡No temeré, por esto esperaré en el Señor!

Salmo 42: 5 ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!

Salmo 62:5 Alma mía, espera en silencio solamente en Dios, pues de Él viene mi esperanza.

Salmo 118: 5-9 En medio de mi angustia invoqué al SEÑOR; el SEÑOR me respondió y me puso en un lugar espacioso. El SEÑOR está a mi favor; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? El SEÑOR está por mí entre los que me ayudan; por tanto, miraré triunfante sobre los que me aborrecen. Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en el hombre. Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en príncipes.

Nuestra parte consiste en orar y creer, no temeré

Velemos en oración. Velemos y cooperemos con el Dios que oye la oración. Recordemos que “somos colaboradores de Dios”. Hablemos y obremos de acuerdo con nuestras oraciones. Esto significará una infinita diferencia el que la prueba demuestre que la fe es genuina, o revele que nuestras oraciones son solo una forma.

Cuando se llegan perplejidades y surgen dificultades, no busquemos ayuda en la humanidad. Confiemos todo a Dios. La práctica de hablar de nuestras dificultades a otros, únicamente nos debilita, y no les reporta a los demás ninguna fuerza. Ello hace que la carga de nuestras flaquezas espirituales descanse sobre ellos, y estas son cosas que ellos no pueden aliviar. Buscamos la fuerza del hombre errante y finito, cuando podríamos tener la fuerza del Dios infalible e infinito.

No necesitamos ir hasta los confines de la tierra para buscar sabiduría, pues Dios está cerca. No son las capacidades que poseemos hoy, o las que tendremos en el futuro, las que nos darán éxito. Es lo que el Señor puede hacer por nosotros. Necesitamos tener una confianza mucho menor en lo que el hombre puede hacer, y una confianza mucho mayor en lo que Dios puede hacer por cada alma que cree. Él anhela que extendamos hacia él la mano de la fe. Anhela que esperemos grandes cosas de él. Anhela darnos inteligencia así en las cosas materiales como en las espirituales. Él puede aguzar el intelecto. Puede impartir tacto y habilidad. Empleemos nuestros talentos en el trabajo; pidamos a Dios sabiduría, y nos será dada.

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