El carácter de Cristo: necesitamos el poder de una vida elevada, pura y noble

el carácter de Cristo

Dios espera que sus hijos lleven el carácter de Cristo, que los que llevan el nombre de su Hijo, lo representen. Sus seguidores han de estar separados del mundo en sus principios e intereses; pero no deben aislarse del mundo. El Salvador trataba constantemente con los hombres, no para alentarlos en cosa alguna que no estuviese de acuerdo con la voluntad de Dios, sino para elevarlos y ennoblecerlos. “Me santifico…—declaró—para que también ellos sean santificados”. Juan 17:19. Así también el cristiano debe morar entre los hombres, a fin de que el sabor del amor divino pueda ser como la sal para preservar el mundo de la corrupción.

Representantes de Dios y de Jesucristo

El mundo está observando para ver qué frutos llevan los que profesan ser cristianos. Está observando, listo para criticar severamente nuestras palabras y acciones. En la mente de todos aquellos con quienes debemos tratar, se están haciendo constantemente impresiones favorables o no de la religión de la Biblia. Y Dios y los ángeles están observando. Él desea que sus hijos demuestren por su vida la ventaja que sobre la mundanalidad tiene el cristianismo; que demuestren que están trabajando en un plano elevado y santo. Él anhela verlos manifestar que la verdad recibida los ha hecho hijos del Rey celestial. Anhela hacerlos conductos por los cuales pueda derramar su ilimitado amor y misericordia.

1 Pedro 2:12 Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.

Cristo está aguardando con deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia

Cuando el carácter de Cristo se reproduzca perfectamente en su pueblo, entonces vendrá a buscar a los suyos. Es privilegio de todo cristiano, no solamente esperar la venida de nuestro Señor, sino también apresurarla.

Destaquémonos como separados y distintos del mundo, como personas que están en el mundo, pero que no son de él, y reflejemos los brillantes rayos del Sol de justicia, siendo puros, santos y sin contaminación, y haciendo brillar con fe la luz en todos los caminos de la tierra. Que la fe sana y la ferviente piedad reemplacen la pereza y la incredulidad y así, diariamente tendremos una rica experiencia mientras practiquemos el cristianismo que profesamos.

Ojalá que todos se despertaran y manifestaran al mundo que su fe es una fe viva, que aguarda al mundo una crisis vital y que Jesús vendrá pronto. Dejemos ver a los hombres que creemos estar en los límites del mundo eterno. La edificación del reino de Dios queda rezagada o fomentada de acuerdo con la infidelidad o la fidelidad de los agentes humanos.

La obra queda estorbada cuando los agentes humanos no cooperan con los agentes divinos. Los hombres pueden orar: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10); pero si en su vida no actúan de acuerdo con su oración, sus peticiones serán infructuosas.

Un carácter que el mundo reconozca

Mateo 7:13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a perdición y muchos son los que entran por ella.

Filipenses 2:15 Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.

Es el propósito de Dios manifestar por medio de su pueblo los principios de su reino. A fin de que en su vida y su carácter se revelen estos principios, desea separarlos de las costumbres, los hábitos y las prácticas del mundo. Al contemplar la bondad, la misericordia y el amor de Dios revelados en su iglesia, el mundo ha de tener una representación del carácter de Cristo. Cuando la ley de Dios quede así ejemplificada en la vida, el mundo mismo reconocerá la superioridad de los que aman, temen y sirven a Dios, con respecto a cualquier otro pueblo del mundo.

Debemos ser modelos de piedad, santos en el corazón y la conversación.  Si esperamos el pronto regreso de Cristo en las nubes de los cielos no debemos dar al mundo la impresión de que nuestra fe no es una fuerza dominante en nuestras vidas.

El testimonio que el mundo necesita

2 Corintios 3:2 Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres.

La semejanza al carácter de Cristo debe de atestiguar al mundo que su amor mora en nosotros. El Señor espera que su pueblo demuestre que el poder redentor de la gracia puede obrar en el carácter deficiente, y desarrollarlo simétricamente para que lleve abundante fruto.

Pero a fin de que cumplamos el propósito de Dios, debe hacerse una obra preparatoria. El Señor nos ordena que despojemos nuestro corazón del egoísmo. Él anhela derramar sobre nosotros su Espíritu Santo en abundante medida, y nos ordena que limpiemos el camino por el renunciamiento.

Cuando entreguemos el yo a Dios, nuestros ojos se abrirán para ver las piedras de tropiezo que nuestra falta de cristianismo ha colocado en el camino ajeno. Dios nos ordena que las eliminemos todas. Dice: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados”. Santiago 5:16. Entonces podemos tener la seguridad que tuvo David, cuando después de haber confesado su pecado oró: “Vuélveme el gozo de tu salvación, y el espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos; y los pecadores se convertirán a ti”. Salmos 51:12, 13.

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